1.500 millones de alumnos privados de lugares de aprendizaje. 63 millones de educadores afectados en el ejercicio de su profesión. A escala mundial, la crisis sanitaria es también una crisis educativa. ¿Cuáles son los retos puestos de manifiesto por el cierre de los espacios de educación? ¿Cómo responde a la crisis la comunidad educativa internacional?
1.500 millones de alumnos privados de lugares de aprendizaje. 63 millones de educadores afectados en el ejercicio de su profesión. A escala mundial, la crisis sanitaria es también una crisis educativa. ¿Cuáles son los retos puestos de manifiesto por el cierre de los espacios de educación? ¿Cómo responde a la crisis la comunidad educativa internacional?
Necesidades nutricionales, pérdida de ingresos: la crisis del Covid agrava las desigualdades
Si las perturbaciones provocadas por el cierre de los espacios de educación afectan a todas las poblaciones a escala mundial, las consecuencias son particularmente graves para los educandos de medios económicamente desfavorecidos. Para millones de éstos, la escuela es el único espacio que garantiza el acceso a servicios sociales fundamentales, tales como las comidas o los cuidados de primera necesidad, vulnerabilidad reforzada por el hecho de que para numerosos padres, las medidas de confinamiento han conllevado la pérdida de su empleo y la imposibilidad de salir de sus hogares para cubrir las necesidades de sus familias. Asimismo, para Stefania Giannini, subdirectora general para la educación en la UNESCO, «las dificultades aumentarán de forma exponencial si los cierres de escuelas se prolongan».
El personal educativo desempeña un papel primordial en las ayudas a los alumnos más duramente afectados, de lo que son testimonio las acciones emprendidas por las comunidades educativas reunidas en la plataforma de la Internacional de la Educación dedicada a las respuestas frente al Covid-19.
En Palestina, la Federación de sindicatos de profesoras/es y empleadas/os de universidad (PFUUPE) ha invitado a sus miembros a ofrecer una jornada de salario a las familias de alumnos más necesitadas, iniciativa que se da igualmente en Marruecos, donde los sindicatos han llegado al acuerdo de impulsar a las/los trabajadoras/es de la educación a hacer una donación equivalente a tres días de salario ante el fondo de solidaridad contra el COVID-19 creado especialmente para la ocasión.
Otros han procedido a ir directamente al encuentro de los niños necesitados. Los profesores de la Federación nacional de enseñantes de secundaria de Uruguay (FeNaPES) han programado una distribución de alimentos para los alumnos de sus localidades. Enseñantes son así origen de la iniciativa de una operación de «sopa popular» (almuerzos gratuitos) que comenzó el 25 de marzo pasado y que debería tener lugar tres veces por semana, dinámica impulsada por los sindicalistas de la educación de Costa Rica, que han presentado su acción ante las autoridades públicas. De esta forma se ha mostrado una propuesta al ministerio de Educación con el fin de entregar paquetes de alimentos a las familias de los alumnos beneficiarios de comedores escolares, proyecto que tiene como objetivo reducir el desperdicio de alimentos al mismo tiempo que se apoya a las familias necesitadas.
Cierres de escuelas: riesgo de abandono escolar masivo tras la crisis
Esta pandemia provoca para el conjunto de las/os educandos más marginalizadas/os un verdadero riesgo de retroceso en el aprendizaje durante el período de confinamiento y tras la vuelta a la normalidad.
Aunque han surgido dispositivos on-line para garantizar la continuidad del aprendizaje de las/os estudiantes, el cierre de las escuelas tiende a aumentar las desigualdades. Las/os alumnas/os favorizadas/os frecuentemente tienen un mejor acceso a estas herramientas y gozan de un apoyo familiar que permite tener un marco de trabajo estable. Para las/os estudiantes favorizadas/os, la falta de material técnico y de seguimiento pedagógico puede agravar el retraso escolar y crear con el tiempo un riesgo de abandono escolar.
El cierre prolongado de las escuelas es aún más grave si cabe en los países en desarrollo, ya que viene acompañado muy a menudo de un aumento del índice de abandono escolar de los alumnos más vulnerables. Catástrofes precedentes, como la epidemia del Ébola, lo han demostrado: estos acontecimientos suponen una pesada carga para las familias que deben soportar el coste de la enfermedad, de la insalubridad y de la desaparición de sus seres queridos. Las consecuencias constatadas durante y tras estas crisis son psicológicas pero también de naturaleza económica, impidiendo a un buen número de educandos volver a clase una vez reabiertas las escuelas.
Si este fenómeno lastra a las comunidades a diferentes niveles, las chicas son a escala global las más duramente afectadas. Cuando los recursos pasan a ser limitados por un período de escasez, las chicas se ven obligadas a abandonar la escuela antes que los chicos. Elaine Unterhalter, profesora de educación y de desarrollo internacional en el Instituto de Educación de Londres, constata que el trabajo de las chicas frecuentemente es indispensable para la supervivencia de las familias. De informes de organizaciones internacionales sobre las sequías en África oriental se ha desprendido por otra parte que las chicas tienden a ser desescolarizadas más jóvenes para ser dadas en matrimonio y garantizar unos ingresos.
Efectos sobre la salud y precariedad de los trabajadores de la educación
Más de 63 millones de trabajadoras/es de la educación se enfrentan actualmente a grandes dificultades tras la alteración de su actividad debido a las medidas de confinamiento. Si algunas/os están en condiciones de prestar una continuidad parcial de su enseñanza desde sus domicilios a través de herramientas y plataformas digitales, muchas/os no tienen ni las competencias ni los medios materiales e infraestructurales para poder gestionar sus cursos. Para aquéllas y aquéllos que deben seguir presentándose en sus lugares de trabajo para prestar la custodia de los niños del personal imprescindible, numerosos sindicatos denuncian la insuficiencia de medios de protección puestos a su disposición, poniendo en riesgo su salud y la de sus allegados.
La Internacional de la Educación plantea el problema causado por la crisis para el estatus de los agentes que tienen contratos precarios, temporales, o que no los tienen. El debilitamiento de los ingresos, la suspensión de los salarios o incluso los despidos podrían temerse masivamente si las autoridades no logran anticipar los efectos de la pandemia sobre el conjunto del personal. Asimismo, en Japón el sindicato de enseñantes está en estrecha colaboración con el Ministerio Nacional de Educación y el Parlamento al objeto de establecer soluciones activas. Ya se ha adoptado una nueva ley para luchar contra el impacto de la pandemia en las/os trabajadoras/es de la educación, y en breve se prevé una ayuda económica especial destinada a compensar las pérdidas sufridas.
Frente a esta crisis de múltiples facetas cuyo fin es incierto pero cuyos efectos son inmediatos, los gobiernos del mundo entero deben comprometerse y garantizar las condiciones de enseñanza y de aprendizaje seguras y de calidad para todas y todos. Para afrontar este reto es esencial que las autoridades trabajen conjuntamente con los sindicatos de la educación y con los actores de la sociedad civil y de la solidaridad para implementar políticas nacionales que tengan en cuenta los vínculos entre la educación y la salud.